Vivía Pedro Sánchez instalado en lo alto de una ola gigante, de esas que gustan a los aficionados al surf. Había sabido aprovechar la ocasión para llegar a La Moncloa a pesar de su escasez parlamentaria; había sorprendido por sus nombramientos; y ahora se convertía en el adalid de los progresistas europeos con su gesto de acoger en España a los inmigrantes del Aquarius.
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Vicente Vallés: "Hasta la madre Teresa de Calcuta tendría hoy problemas para ser ministra en España"
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